domingo, 15 de enero de 2023

Impasse de la Gaité

El callejón sin salida de la Alegría termina en un garaje. 

A este lugar apuntaban aquellas flechas. También las del dolor y las del abrazo. A esta lluvia apenas, a este frío suave, a esta letra, estas palabras, este amor de veras duradero.

Mi legado: estos pasos, sepultados por otros, por tantos pasos. Inencontrables, pero supervivientes en el pequeño dolor de la pisada. 

Mi legado: la ternura. Sólo ella en el duelo a pistola contra la entropía.

Todo lo hacemos por última vez, todos nuestros saludos son despedidas. Todos nuestros advientos terminan en crucifixiones.

El puente se fue quedando a medias: trampolín de los cocodrilos de Garfio. Como ese puente de Avignon (on y danse, on y danse) que escenifica como ninguna otra cosa la nostalgia de la orilla inalcanzable.

Así, nos tuvimos que arrancar los labios para pagar el óbolo del barquero

Debajo, dentro, al fondo, una playa. Y tú en ella: Voz. Napalm de los recuerdos en la piel expuesta de los deseos. Duele.

El callejón de la Alegría termina en un garaje. Ah, pero esos breves pasos del callejón sin salida, esos vaivenes, ese corro (on y danse tous en rond), ese avanzar lento como el de los sueños.

Y en el garaje. el Lamborghini rojo de los besos, que robamos riéndonos a carcajadas para salir reculando por el callejón a la Rue de la Gaité, y, como locos (rápido, rápido, hay que dar esquinazo al miedo), avanzar hasta el acantilado y saltar por él, convertidos finalmente en anfibios. 

(París, 25 diciembre 2022, editado y ligeramente modificado en Madrid, 15 de enero de 2023)

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