[El destino me concedió muchas horas de ser el Sentado, junto a un Tendido que de ninguna manera podía escapar volando de allí, salvo (y eso era aún peor) con las alas de la demencia. Escribí por entonces fragmentos infinitos, que pretendían articularse en una novela, que tuve que abandonar, porque me abrumaba, cuando empezó el confinamiento, y a la que no he vuelto más que esporádicamente. Rescato aquí uno de esos fragmentos, extrañamente luminoso dentro de esa negrura.]
I spoke about
wings - you just flew.
THE WATERBOYS, The whole of the moon
Escribo alas y comienzo a volar, dice el tendido, y me muestra su cuaderno de ordenada caligrafía, donde en efecto, hay páginas enteras llenas con la palabra alas y con pequeños dibujos de alas circunflejas, trazos mínimos que aprendí a interpretar como alas cuando mi madre me decía ¿quieres que te pinte un pájaro? y apenas bastaban esas dunas en modesta cordillera para identificar el vuelo, pues esos pájaros rodeaban a una casa hecha de triángulos y rectángulos que siempre parecía tener un campanario, y allí los pájaros, en torno a ese campanario que no era de ninguna iglesia, y le voy a decir esto, le voy a hablar de mi madre, y levanto la vista del cuaderno, y compruebo, en realidad sin sorpresa alguna, que está levitando, que se ha alzado sobre el lecho y está suspendido a un palmo de él, estático, tranquilo, sin sentir, acaso por primera vez en muchos meses, las escaras. No digo nada, vuelvo a bajar la vista, y sigo pasando hojas llenas de alas, un pueblo de pájaros infinitos. Tengo miedo de cerrar el cuaderno y que se desplome de nuevo sobre la cama. Así pasamos mucho tiempo, hasta que llaman a la puerta de la habitación, y sabemos que es la enfermera, que es la enfermera que abre el cortejo irreversible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario